viernes, 15 de febrero de 2008

Cómo afrontar el diagnóstico

El diagnóstico de una enfermedad crónica y progresiva, como es la enfermedad de Parkinson, suele acompañarse de sentimientos iniciales de incredulidad y negación, “no es posible”, que suelen conducir a la búsqueda de la opinión de varios especialistas; tras esa fase inicial suele producirse una siguiente de enfado y enojo (¿por qué yo?), que posteriormente suele encauzarse en una aceptación gradual de la enfermedad. No todas las personas se comportan de esta manera; hay otras que aunque parecen aceptar la enfermedad no tienen la voluntad de conocer los problemas asociados y de realizar los ajustes necesarios en su vida. Cuando la enfermedad de Parkinson progresa las personas que la padecen y sus familiares pueden tener dificultades para realizar las adaptaciones psicológicas que la nueva situación demanda, mostrando un grado importante de ansiedad, preocupación constante por el propio cuerpo, aislamiento social, incapacidad para tolerar la frustración, depresión, etc.

Aunque obliga a realizar cambios y adaptaciones, no se debe olvidar que muchas personas con enfermedad de Parkinson llevan una vida satisfactoria. Si se consigue mantener una actitud positiva en las situaciones a las que tendrá que hacer frente, su calidad de vida será mejor.

La persona con enfermedad de Parkinson debe aprender a priorizar y reestructurar sus objetivos y expectativas. Después de haber recibido suficiente información sobre la enfermedad, cada persona debe decidir, tras una valoración inicial minuciosa, qué aspectos de su vida considera más importantes, qué cosas debe ajustar y cuáles son las que debe cambiar completamente. Aunque muchas personas no tienen que hacer cambios laborales ni de sus hábitos cotidianos durante las fases iniciales de esta enfermedad, negarse a hacerlos cuando la sintomatología haya aumentado genera mucha frustración.

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